Construyendo miedos

Estoy sentado en el autobús de línea. Frente a mí se sientan una madre y su hijo, que tendrá unos cuatro años. La madre saca un libro para colorear y una docena de pinturas de cera. Viendo la excitación en la cara del niño me doy cuenta de que tanto las pinturas como el libro son nuevos.

Al niño no le resulta difícil elegir uno de los dibujos del libro, pero elegir un color no es tan sencillo. Quiere cogerlos todos, pero tiene que empezar con uno. Su cuerpo inquieto en el asiento, sus ojos como platos danzando de uno a otro color, su mano insegura intenta coger una pintura pero se detiene indecisa antes de llegar a tocarla. Quizá la decisión más difícil en la vida del niño. ¡Qué maravilla no saber qué escoger porque todas las opciones son buenas!

Finalmente el niño se decanta por el amarillo y comienza ilusionado a colorear el tronco de un árbol. Enseguida, la madre le detiene y le explica que no puede pintar el tronco de color amarillo: el tronco debe ser marrón. Si quiere usar el color amarillo, puede colorear el sol o el pajarillo que está posado en la rama. El niño parece confundido. Después de unos segundos, deja la pintura amarilla, coge la pintura marrón y continua coloreando el tronco. Aún está contento, pero claramente menos entusiasmado que antes: su sonrisa se ha difuminado, el brillo de sus ojos se ha debilitado.

El niño continua coloreando con la pintura marrón el tronco del árbol. La madre se da cuenta de que se ha salido de la línea un par de veces y tranquiliza al niño diciéndole que no se preocupe, que es normal salirse de la línea cuando coloreas en un autobús.

A mi entender, ese día el niño aprendió tres lecciones de su bien-intencionada madre. Primera lección, mejor seguir las reglas que ser creativo. Segunda lección, salirse de la línea es un error, y hay que sentirse mal por ello. Tercera lección, se puede usar una excusa para no sentirse mal.

Presencié esta escena hace unos años, pero ese niño podría ser cualquiera de nosotros. ¿Cuántos de nosotros no confiamos en nuestra creatividad? ¿Cuántos de nosotros vivimos con miedo al fracaso? ¿Cuántos de nosotros justificamos nuestros errores en lugar de aprender de ellos?

¿Cuántas escenas como ésta ha vivido el niño? ¿Cuántas escenas como ésta no somos capaces de ver a nuestro alrededor? ¿Qué miedos y bloqueos se crean en nosotros con estas experiencias? ¿Quiénes seríamos sin estos miedos y bloqueos?

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

14 respuestas a Construyendo miedos

  1. Koro dijo:

    Hola Jaime :
    Gracias por tu reflexión. Te invito a pensar en los años y experiencias que le quedan por delante a ese niño para dar ( o no ) la vuelta a este episodio y desarrollar ( más o menos ) su creatividad… y en los años y oportunidades que le pueden o no quedar a la madre…
    Un abrazo muy fuerte

    • jaimetorre dijo:

      Yo soy ese niño 25 años más tarde. Con esta historia no intento culpar a mis padres o a la sociedad. Intento aportar luz a esos pequeños detalles de la vida que suelen pasar desapercibidos. Intento mostrar los mecanismos invisibles que nos hacen ser de una determinada manera (y creer que no podemos cambiar).

      Me alegra que hagas hincapié en la posibilidad de cambio. El tiempo es una sucesión infinita de posibilidades. Cada segundo podemos dar la vuelta a nuestra vida y olvidar todos los condicionantes de nuestro pasado. Cada segundo volvemos a nacer. Cada segundo empezamos de cero. Yo busco la manera de generar ese cambio.

      Gracias por tu aportación.

  2. Cris dijo:

    Recuerdo con mucho cariño aquella anécdota.
    Aquel día llegaste a casa y me diste las gracias por ser imperfecta 🙂
    Y cogimos un cuaderno y unos carboncillos y pintamos, nos retamos a cantar cada noche en el salón, retomaste la guitarra…por una vez te permitiste fallar, te reiste de tí mismo, no te tomaste en serio…Es algo tan importante…
    Siempre he considerado que tenemos que tener la capacidad de ser un borrador de nosotros mismos. Solo asi se evoluciona. Solo asi se aprende. Todo el mundo tiene derecho a meter la pata, a pintar mal, a cantar peor, a chapurrear una lengua nueva, a marcarse unos buenos pisotones bailando…porque al fin y al cabo, al menos por una vez habrás pintado, habrás cantado, bailado y te habrás comunicado con una nueva parte de ti que estaba aún sin descubrir.
    Tú eres la mano que se deja llevar por el pincel, la que se desliza entre las cuerdas…
    No deberíamos auto-vetarnos. Quiénes somos nosotros para juzgarnos a nosotros mismos y prohibirnos hacer cosas o ponernos fronteras?? Quiénes son los demás para juzgarnos??
    En mi opinión, la perfección no existiría si no se ha catado antes la imperfección.
    Para no resultar ridículo, hay que pasar también por saber hacer el ridículo a la perfección 🙂
    Ser perfecto proporciona control, seguridad, estoicidad….pero también resulta solitario. Ser imperfecto te hace sentirte vivo, te hace estar en contacto con todas las sensaciones, te desestabiliza para que aprendas a encontrar el equilibrio verdadero y sano.
    Como ves…unas cuantas ideas alborotadas….que podrían resumirse con esta frase de T.S Eliot:
    «We must never cease from exploring and the end of all of our exploring will be to arrive where we began and know the place for the first time.”

  3. Ibai Peña dijo:

    Lo que da a lugar al siguiente estudio:

    Triste, pero real como la vida misma.

  4. Iñigo dijo:

    No estoy de acuerdo en que la tercera lección exista pero es mejor un post imperfecto que no saber nada de ti en mucho tiempo. Y es mejor poner un comentario imperfecto que dejar pasar la oportunidad de decir que por aquí te echamos de menos.
    1abrazo imperfecto y pluscuamperfecto 🙂
    bene

  5. harryelsusio dijo:

    Enorme, Primo…
    Un abrazo…

  6. Lucia dijo:

    🙂 dale, dale.
    Abrazos

  7. anónimo dijo:

    El miedo es un ladrón…. nos roba la libertad de ser, de setir, de expresar.
    El miedo es el peor invento del ser humano.
    Es el arma más poderosa jamás diseñada.
    El miedo se converte en la piedra con la que construimos el muro con el que rodeamos un mundo que creemos ordenado y seguro.
    Un muro que, con amor, ayudamos a construir a los que nos siguen, para protegerlos a ellos también.
    Pero cada vez que una mente descubre que se puede vencer, cada vez que una mente descubre que ese muro se puede saltar, nos hace más libres a los demás.
    Gracias por tu reflexión…. yo ya me siento un poco más libre.

Deja un comentario